sábado, 16 de febrero de 2013

El futuro necesita un impulso


En el año 2000, los líderes mundiales se reunieron en la Sede de Naciones Unidas para elaborar la Declaración del Milenio, que los comprometía a establecer una serie de propósitos cuyo plazo de vencimiento fijaron para el año 2015. Estos se condensan en ocho puntos, conocidos como los Objetivos de Desarrollo del Milenio, y enuncian una serie de metas de carácter universal que buscan lograr un mayor bienestar y desarrollo social. Uno de estos objetivos, imprescindible para lograr alcanzar el resto, es conseguir instaurar la enseñanza primaria universal. El informe de la ONU lo resume proponiendo que “para el año 2015, los niños y niñas de todo el mundo puedan terminar un ciclo completo de enseñanza primaria”. En el texto se apunta que a pesar de los ilusionantes avances es poco probable que se alcancen los objetivos antes del plazo establecido.

Twitter, el escaparate de los votos nulos


Las urnas cerraron sus puertas y los tertulianos abrieron sus bocas. Televisión Española ofrecía un debate descafeinado y monocorde, anclado en los tópicos que veníamos escuchando días atrás. Al igual que en los comicios, socialistas y populares gozaban de mayoría, amparados por un grafico en pantalla que solo mostraba los escaños de estos dos hegemónicos gigantes. El recuento se presentaba predecible desde esa ventana, y la web ofrecía otra más colorida y transitada, la siempre activa pestaña de Twitter. Se hablaba de “marea azul” y de “fiesta de la democracia” sí, pero desde otro prisma.


Imagen de Google

Contra la inercia de la neutralidad


Es innegable que todos contamos con una serie de ideas y valores, más o menos arraigados, que guían nuestros actos y en cierta manera, deforman nuestra visión del mundo. El espectador de un telediario o el lector de un periódico ante cualquier titular, aún pretendidamente veraz y objetivo, recibirá la información junto con otra abultada cantidad de conjeturas, juicios de valor y demás artíficos pergeñados por su mente subjetiva. Una labor encomiable sin duda, la de tratar de hacer llegar la información reducida al mínimo objetivo de la comunicación neutra de datos, pero también ingenua, pues olvida el infinito cromatismo ideológico del público y los periodistas, que envolverá cualquier intento de imparcialidad.

Respuestas austeras


En España y, no nos engañemos, también en Europa, no es la derecha sino la pasividad quien goza de mayoría absoluta. O quizá la inoperancia. Las tenues llamas revolucionarias se prenden más fruto del la desesperanza que de la pasión, y son sofocadas sin producir demasiada humareda. El hartazgo no parece buen combustible. Y más cuando los “enemigos”, invirtiendo el argot que nos traslada el Estado, utilizan el miedo y la mentira de forma tan eficaz.
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