lunes, 24 de junio de 2013

¿Cómo perfumar a un cerdo?

 “El Primer Ministro debe salir en todas las cadenas de televisión practicando sexo con un cerdo. Si no lo hace la princesa morirá…”

Esta es la única petición a cambio de la liberación de Susannah, princesa de Gran Bretaña en el mundo alternativo similar al nuestro que propone “The National Anthem”, el primer capítulo de “Black Mirror”, serie creada por el guionista y periodista Charlie Brooker. El Primer Ministro y su gabinete buscan una estrategia con la que abordar el suceso pero se enfrentan a usa situación totalmente anómala. No hay experiencia previa en este tipo de escenarios, el video de la princesa se extiende imparable a través de Internet y los intentos por neutralizarlo son inútiles. Lo que parece una broma macabra es, en realidad, una nueva forma de terrorismo.

Fotograma de la serie. Imagen de Google




El gobierno ha conseguido contener a las televisiones, pero el público reclama información. El video tiene miles de visitas en YouTube y es tendencia en Twitter. Se busca en la televisión la confirmación de lo que parecen rumores. Y no tarda en llegar, en cuanto un medio le da cobertura el resto se lanza para no perder al espectador. Es imposible ocultar una noticia de tal magnitud, un acontecimiento mediático que llegan a comparar al 11-S. Durante este primer intento de censura y la posterior publicación observamos una estrecha relación de dependencia entre gobierno y periodistas, en continuo intercambio de datos, favores y amenazas.

Los medios informan, sí,  pero siguiendo unas pautas claras, dirigidas a proteger la imagen del político. A pesar de ser lo más llamativo, no se destaca la petición de zoofilia. Los medios centran sus análisis en temas que rodean el suceso e incluso señalan la detención de un posible sospechoso. El equipo del Primer Ministro estudia estas emisiones, preocupado por el tratamiento periodístico de las informaciones. Quieren noticias carentes de detalles escabrosos y obviando lo más posible el asunto del cerdo, centrándose en la princesa y el secuestro.

Una vez controlado el mensaje, queda observar los efectos en el receptor. La opinión pública es una fuerza clave, que determinara el rumbo de los acontecimientos. Los sondeos son continuos y la situación parece controlada, pues en un principio el público se muestra en contra de cumplir las peticiones del secuestrador. Pero esta es solo una de las batallas del político. No solo debe mantener su honor ante las cámaras, también fuera de ellas ante los ojos de su familia. Su mujer  esta abatida, pues ha comprendido que el daño está hecho: “Ya está sucediendo en sus cabezas”.

Un nuevo video llega a los medios y las encuestas dan un vuelco. Muestran al raptor seccionando un dedo a la princesa mientras acusa al gobierno de haber incumplido sus peticiones. Las dramáticas imágenes que traslada la televisión a todo el país conmocionan a la población. Ahora no parece tan descabellado que el Primer Ministro practique sexo con un cerdo. La presión de la Casa Real y de su partido, inducido por las voces de la ciudadanía, son determinantes. Si la popular Susannah muere su carrera política estará acabada, e incluso tanto él como su familia podrían estar en peligro.

La liberación de la princesa está ya en segundo plano. La emisión del Primer Ministro practicando sexo con un cerdo se ha convertido en un acontecimiento mediático de alcance global, los espectadores están expectantes y se muestran ansiosos ante lo que perciben como un espectáculo televisivo. La población detiene su actividad y se reúnen en torno a cualquier pantalla, de la que no se despegan. Pese a las desagradables imágenes y los esfuerzos del gobierno nadie se desengancha, la audiencia esta cautiva.


Y este es el mensaje que el secuestrador desea trasmitir.  Su finalidad es mostrar que la sociedad está extasiada por la omnipresencia de los Mass Media. Al liberar a la princesa antes de la emisión nos lo confirma. Con que un solo individuo no hubiese estado pendiente del televisor el resto de acontecimientos podría haberse evitado. Y aunque tras unos meses parecen haber sido superados, la difícil vida personal del Primer Ministro no demuestra que todo es diferente tras el tramposo reflejo que nos ofrecen los medios de comunicación.

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