2013. La crisis y el corralito en Chipre inician una
crisis sistémica en todo el continente europeo que amenaza con acabar con el
euro y la economía de mercado. La solución de dividir a los países entre norte
y sur y crear una Europa a dos velocidades va tomando fuerza y desemboca
finalmente en una Europa a tres velocidades. El grupo norte, que lo lidera, el
grupo sur, formado por los países más pobres y el tercer grupo, a la cola, en
el que tan sólo se encuentra España. Mariano Rajoy declara: “No somos los últimos ni los peores, somos
los líderes de nuestro entorno de un solo país.”
2014. La separación de Europa, facilita que el grupo de
primeras potencias del continente como Alemania, Francia e Inglaterra alcance
cuotas cada vez mayores de crecimiento. El grupo de países pobres como Italia,
Irlanda o Grecia comienza también su escalada y basa su relanzamiento económico
en trasportar sus fábricas a zonas con obreros con salarios ridículos como
España. Los españoles, al ser preguntados por su cada vez más dramática
situación de pobreza declaran: “Mientras sigamos ganando la Eurocopa…”
2015. El poder cada vez mayor de Alemania y sus socios
y la posición ridícula de España propicia la exigencia de mayores medidas de
ajuste. Las islas baleares pasan a territorio alemán, y se convierten en una
ciudad de vacaciones, con la facilidad añadida de que era una zona ya
colonizada. Para reducir la prestación de pensiones, solo podrá haber un
jubilado por familia, el resto se reincorporarán al mundo laboral o serán
sacrificados. Los contratos para jóvenes también se modifican. Los jóvenes
tendrán que pagar un sueldo a los empresarios el primer año de contratación y
entre los casados se reimplantara el derecho de pernada. El presupuesto en
servicios sociales también se ve afectado. Con algunas gestiones y para no
dejarlo a cero el presupuesto cuenta con la calderilla que Soraya Sáez de
Santamaría llevaba en el bolso en el momento de anunciar las cuentas. Un total
de 4, 56 euros a repartir entre Sanidad, Educación, Pensiones y Dependencia. Los
mercados amanecieron con la boca chorreante de sangre y gran júbilo.
2016. La gran potencia alemana trata de ocultar a sus
ciudadanos que colonizan territorio español los horrores que oculta España, el
tercer mundo europeo. Los suicidados a causa de los desahucios son vendidos
como una tradición española. Merkel declara: “¿Si tiran cabras desde campanarios por qué no van a tirar pobres desde
ventanas? Es su cultura y hay que respetarla. ¿Y la larga espera en los
tratamientos de salud? Ya se sabe la
clásica impuntualidad española. El tranquilo ritmo de vida latino, ya saben.
¿Y aquel pobre señor que se quemó a lo bonzo? ¿Quermarse? Nada de eso, será que los alemanes no estamos acostumbrados
a la legendaria fogosidad de los hombres españoles.
2017. La escasez de presupuesto obliga a enviar
concursantes de bajo coste a Eurovisión. Este año, la única figura conocida de
la canción española que se rebaja a concursar es el polémico y extrovertido, o
simplemente gilipollas, John Cobra. Los abucheos en diversos idiomas que recibe
en la gala provocan un arrebato de ira y la posterior invitación a cenar de su
pene a todo el respetable graderío. La situación diplomática se vuelve cada vez
más tensa y el estado español ver peligrar su presencia en la Unión Europea. La
escena más bella la recogió un periodista, al fotografiar a un serbio y un
bosnio pateando juntos y en armonía la cabeza de John Cobra.
2018. La noticia se propaga rápidamente por todo el
mundo, ocupa todas las portadas y abre cientos de telediarios. Angela Merkel
resulta ser un señor gordo y rubio, lo que provoca su retirada del cargo de
Kanciller y convulsiona toda la política europea. Los españoles, humillados por
años de imposiciones, aprovechan la ocasión y comienzan a luchar contra la
hegemonía germana. Los camareros de Mallorca comienzan a servir secretamente la
cerveza sin alcohol a los colonizadores, y los licenciados emigrados a
territorio alemán, también camareros, hacen lo propio en el país. En pocos días
Alemania pierde el rumbo, cae en bolsa y se desploma su tejido productivo,
arrastrando al resto de países de la Unión, excepto a España gracias a su aislamiento económico y diplomático.
2019. España pasa a ser la primera potencia europea, y
su primera medida al frente de la Unión es la vuelta irrevocable a la peseta
para todo el continente, pasando a controlar la bolsa y los mercados. La deuda
se paga completamente y se erradican las medidas de ajuste y ahorro. Pese a las
advertencias, comienza a invertirse de nuevo en ladrillo y proyectos como el de
Eurovegas alcanzan proporciones épicas. El ministro de Asuntos Exteriores,
José Manuel García-Margallo, grita en el parlamento europeo: “¡Aquí manda mi
polla!”. Nada parece poder detener a la locomotora ibérica.
2020. España pierde la Eurocopa. Baja el estado animo y
los ciudadanos se endeudan de nuevo para pagar los productos que creían
tendrían gratis por la victoria de la selección. El agujero dejado por
Eurovegas es de miles de millones y vuelve a estallar la burbuja del ladrillo. El
estado es expulsado de la Unión y se cortan las relaciones económicas y
diplomáticas con el resto del continente. Pero amanece un nuevo día. España es
ahora unos de los países más boyantes del norte de África, y pugna por iniciar
relaciones comerciales con Argelia y Mali.
Continuará...
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