La pésima comunicación con los ciudadanos del Partido
Popular y su equipo de gobierno recibe de manos de Cristina Cifuentes otro
contundente mazazo. Y esta vez no viene de novedosos hits como la “simulación
en diferido”, sino de su herramienta envenenada más clásica: La comparación de
la banda terrorista ETA con cualquier individuo o grupo que actúe en oposición
a sus políticas. La estrategia de simplificar al enemigo llevada a su extremo
más peligroso, la mentira y la criminalización como base de la estrategia
comunicativa.
Imagen de Google |
Echar mano de la ya casi extinta banda armada es muy del
gusto del partido de Cifuentes. El actual eurodiputado y vicepresidente del
Grupo Popular Europeo, Jaime Mayor Oreja, comparó a Artur Mas, president de la
Generalitat de Catalunya, con la organización por querer “internacionalizar
el conflicto” entre su comunidad y el Estado. Asimismo, el portavoz del PP en
el Congreso, Alfonso Alonso, equiparó las movilizaciones de los padres contra las
medidas de recorte y ajuste en Educación con las que organizaba Batasuna. Y
otro ejemplo más, el alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva, veterano en
declaraciones incendiarias, hizo referencia a las bombas de ETA antes de unas
elecciones para después homologarlas con “las actuaciones” del juez
Baltasar Garzón, en referencia a la investigación de la trama Gürtel.
La delegada del Gobierno en Madrid por su parte dirige
sus dardos emponzoñados contra la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH)
y Ada Colau, activista y portavoz de la organización, provocando el rechazo
mayoritario de la red en diversas plataformas de intercambio de opinión como
Twitter. Además de tramposa y demagógica esta estrategia es por tanto ineficaz.
Demasiado tarde, ya no cuela. La sociedad
no da crédito a una postura que pone a orbitar en torno a ETA a cualquiera que
ose confrontar los intereses de la formación. Si quieren recuperar un mínimo de
credibilidad no tomen por tontos a los ciudadanos o, al menos, busquen una
nueva malvada organización a la que echar la culpa de todo.
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